
El 1 de mayo se celebra a nivel mundial el Día del Trabajador. Una jornada festiva en muchos países donde se reivindican los derechos laborales y cuyo origen data de 1.886, con la irrupción de huelgas proletarias en Chicago. Un total de 307 manifestaciones con 88.000 obreros reclamando una reducción de jornada de 12 a 8 horas diarias.
Esa efeméride sigue celebrándose en la actualidad y es que la lucha obrera tiene aún muchas batallas que librar. Este primero de mayo de 2020 será difícil de olvidar. La pandemia del Covid-19 ha planteado un nuevo escenario socioeconómico global, con diferentes actores y con unas consecuencias desconocidas. En La Gaceta de Granada nos hemos puesto en contacto con cuatro jóvenes que representan a estos sub-grupos de la cuarentena. El teletrabajador; el que está en ERTE; el que no tenía trabajo y, el que todavía resiste. Todos tienen algo en común, las ganas de seguir adelante y de que mejore la situación laboral.
Marta Ruiz, teletrabajadora
Marta Ruiz es una joven granadina de 27 años, graduada en Marketing e Investigación de Mercados y con un Máster en Protocolo y Relaciones Institucionales. Hace seis años se incorporó al departamento de Marketing de Tostaderos Sol de Alba. Desde que se decretó el estado de alarma, Marta trabaja desde casa: “Nuestra labor diaria venía condicionada por el uso de las tecnologías (teléfono, correo electrónico, programas de diseño, gestores de contenido, redes sociales…). En este aspecto nuestra forma de trabajo no ha cambiado”.
El teletrabajo tiene una serie de ventajas según ella, especialmente “relacionadas con la gestión del tiempo. El de desplazamiento de ida y vuelta, el de no tener reuniones o visitas no planificadas, o el de recuperar las pausas que se hagan durante el resto del día”. Marta también cree que “los niveles de concentración son mayores. Estáis tu ordenador, tu teléfono y tú. Si estás concentrado en alguna tarea, silencias el teléfono hasta que la termines sin ningún tipo de interrupción”.
Aunque también reconoce que esta forma de trabajar es mucho más impersonal y echa en falta a su ‘familia’ de la oficina: “Trabajar desde casa hace que se pierda la ‘parte humana’ de la tarea diaria. El trabajo en equipo cara a cara, las bromas con los compañeros, el café de media mañana… es la parte que más se echa de menos”. Y es que ahora las reuniones convencionales se han sustituido por videoconferencias, y las conversaciones ‘face to face’ por un chat de mensajería.

José Manuel Navarro, trabajador
Como si fuese el protagonista de la canción de Julio Iglesias, para José Manuel Navarro la vida sigue igual. Lleva más de la mitad trabajando y solo tiene 33 años. Al acabar los estudios de Secundaria dio el salto al mercado laboral, primero para una empresa de toldos y persianas, ahora lleva once años en una de productos cárnicos. José Manuel no se ha visto afectado por la crisis del coronavirus aunque en su empresa haya habido un ERTE: “El 80% de nuestras ventas van dirigidas a la hostelería y eso ha perjudicado a ocho de mis compañeros. Cuando pase la pandemia puede que haya repercusiones negativas y suframos algunos despidos”.
Desde el primer momento, este trabajador fue dotado de material de protección para desempeñar su labor, tanto guantes como mascarillas y pantallas protectoras. Y aunque en su trabajo está en contacto directo con otras personas al repartir carne, “no estoy recibiendo ningún plus ni reconocimiento por parte de la empresa. Mi situación laboral es idéntica tanto en sueldo como en horario”.

Ana Sanabria, desempleada
Ana es una de las muchas personas que ha celebrado su cumpleaños durante la cuarentena, soplando las 35 velas de su tarta sola, en casa. Es técnico de educación infantil y licenciada en psicología por la Universidad de Granada, además de poseer nueve títulos de varios cursos, sin embargo, a Ana le pilló el estado de alarma en plena búsqueda de empleo. “Nunca me había faltado el trabajo pero está muy mal pagado, no quieren hacer fijas a las personas así que juegan a echarte y volverte a contratar. Eso provoca una falta de estabilidad y un desencanto hacia el sistema y la empresa en sí”.
Actualmente Ana es independiente y vive en su apartamento gracias al dinero que tiene ahorrado y al ‘paro’ que todavía le queda. Se considera una persona inquieta y apuesta por la adaptación a la nueva realidad: “Como dijo Sócrates, ‘El conocimiento os hará libres’. Hay que reinventarse y seguir apostando por la novedad, me imagino que las oportunidades se producirán”. Es optimista y espera que la crisis “sea transitoria y las cosas vuelvan a la normalidad. Va a depender del tiempo que tardemos y no es que antes estuviéramos demasiado bien”.

Raquel Vílchez, en ERTE
Licenciada en Publicidad y RRPP y con un Máster, Raquel Vílchez lleva desde el 18 de marzo en un ERTE. Esta granadina de 33 años se marchó de Madrid a casa de sus padres cuando comenzó a teletrabajar, antes del estado de alarma. Lleva 3 años y medio en una empresa de publicidad y organización de eventos, uno de los sectores más castigados por esta crisis. “Teníamos expectativas de reincorporarnos tras Semana Santa, pero ahora no hay una certeza de cuándo podremos hacerlo porque organizamos eventos con una gran concentración de gente, y como sabes no está permitido”.
Como la inmensa mayoría de españoles, Raquel desconocía el significado del ERTE: “Sabía lo que era un ERE pero no un ERTE, en qué casos se puede aplicar y cuál es su cometido”. Nos confiesa que le gustaría saber cuándo va a cobrar la parte correspondiente del ERTE: “Solo he percibido el sueldo de los días trabajados en mi empresa. No he obtenido la parte que falta de la prestación ni noticias al respecto”.
Esta publicista aprovecha este período de inactividad para perfeccionar su inglés aunque asevera que “es bastante bueno”. Se muestra escéptica sobre el panorama que se avecina: “Mi intención es que la situación se normalice y me pueda reincorporar lo antes posible a mi puesto habitual. Pero en estos momentos veo el asunto muy difícil porque mi sector es uno de los más afectados”.

Soluciones y reivindicaciones
Nuestros cuatro protagonistas reivindican este 1 de mayo desde sus diferentes posiciones y perspectivas. José Manuel, el encargo de la empresa cárnica, pide que “todos pongamos de nuestra parte para consumir productos españoles, así generaremos más puestos de trabajo y conseguiremos los derechos que nos pertenecen”.
Marta por su parte, ve futuro en el teletrabajo: “Las empresas cada vez son más conscientes de la importancia de la conciliación de la vida profesional y la persona, y el teletrabajo es una llave importante para ello. Hay numerosos estudios que avalan que los niveles de productividad incrementan cuando los empleados tienen flexibilidad. En Tostaderos Sol de Alba nos podemos organizar la jornada entre las 7:00 y las 17:00”. Esta profesional del Marketing espera que “el cierre de comercios no vaya de la mano de despidos porque nuestros hábitos de consumo están cambiando y el comercio online creciendo. Hay mucha gente emprendedora y proactiva, y el ingenio se agudiza ante situaciones difíciles por lo que estoy segura de que pondremos empeño para afrontar la situación”.
A Raquel, dedicada también al mundo de la publicidad, “la única reivindicación” que se le ocurre “es que todo el mundo pueda volver a trabajar cuanto antes, con la mayor normalidad posible”. Mientras que Ana defiende “una mejora en las condiciones de trabajo, hay que cuidar al trabajador sin perder la humanidad. Parece que cuando conseguimos un empleo nos hacen un favor y no deberíamos llegar a eso. El empresario necesita trabajadores y el trabajador hacerlo para vivir. Si tú no me cuidas y no me haces parte de tu proyecto, yo no lo voy a sentir mío y no lo voy a cuidar”.
José Manuel, Ana, Raquel y Marta, pasarán este 1 de mayo en casa. Leyendo, descansando, disfrutando de la familia y el tiempo libre, practicando deporte o con cualquier otro hobby, porque es un día festivo, aunque estemos confinados.