
No es que queramos buscar un porqué a lo que sucede con un confinamiento que dobla la estabilidad de empresas y pone a prueba la fortaleza del ser humano. Ni tampoco queremos justificar las pérdidas humanas desde que en China se destapara la Caja de Pandora. Y aunque el coronavirus está, afortunadamente, muy lejos de pandemias que mataron a miles de personas por todo el mundo, desgraciadamente, se parece mucho a la mal llamada Gripe Española. Con sus semejanzas y diferencias, lógicas.
Rozando los diez mil muertos en España. Más de once mil en Italia, el triple que en China. Casi 45.000 fallecidos por coronavirus en todo el mundo. Y casi un millón de contagiados en Europa, Asia y el continente americano. Son cifras escalofriantes por encontrarnos en el siglo XXI, el moderno y exquisito en sus protocolos. El de los avances tecnológicos que no están sirviendo de mucho. Porque aún no hay vacuna ante lo desconocido.
Pero, por desgracia, el mundo ha resistido erguido frente a pandemias que acabaron con miles de personas. La famosa gripe española. Mal llamada, española. Porque ni era española ni se le esperaba en tiempos de guerra, concretamente al final de la Primera, 1918. Siendo un país neutral en medio de una guerra, nuestra región fue una de las más afectadas, con ocho millones de personas infectadas y 300.000 fallecidas. Eso bastó al mundo entero para señalarnos con el dedo. Pero muchos países que vieron morir a sus gentes por ella, lo escondieron. Eran otros tiempos. Otra guerra.
Mas de 50 millones de muertos
Aunque las teorías son vagas, todo apunta a que también se originó en China. Y fue fuerte. Muy fuerte. La mal denominada gripe española causó la muerte de aproximadamente 50 millones de personas en 1918. Aunque en algunos libros recogen que las muertes fueron casi cien millones. Y al finalizar la Primera Guerra Mundial. Con esos números se puede decir que era mortífera: Murieron entre un 10 y un 20% de los que se contagiaron. Y en este caso, las muertes afectaban a jóvenes que atrincherados para defenderse de las balas, no contaban con la mejor higiene posible. Entre los 18 y los 50 años. Una diferencia considerable puesto que el actual coronavirus no tiene una tasa de mortalidad tan alta. Ni se le acerca. Y afecta mayoritariamente a mayores y las personas con afecciones médicas preexistentes (como asma, diabetes, enfermedades cardíacas). Son ellos los que parecen ser más vulnerables a enfermarse gravemente con el virus.
Algunas teorías apuntan a que se originó en China. Un movimiento de tropas para apoyar las líneas británicas y francesas. Es lo que defiende el historiador Mark Humphries, de la Memorial University of Newfoundland, en un artículo en National Geogrhapic. Esos 96.000 trabajadores chinos pudieron traer la gripe a Europa.
Origen en China, también
Hasta hoy, la gripe española, que pudo tener su origen en cualquier punto europeo, era la última pandemia. Ahora los historiadores tendrán que comenzar a recoger lo que el coronavirus está causando: Fiebres, tos, hospitales llenos…Igual que sucedió en 1918. Famosos hoy infectados; famosos como el Rey Alfonso XIII también lo hicieron. Y al igual que hoy, los gobiernos informaron de lo que quisieron. Porque hoy tenemos datos oficiales pero los números, según expertos, son mucho mayores. Ya entonces tampoco quedaba muy claro quiénes morían de la también llamada «fiebre de tres días».
Y dentro de las similitudes, la mayoría de las personas que fallecieron fue a causa de una neumonía bacteriana secundaria. Y al igual que hoy, la alarma social es tremenda. Si hoy se venden mascarillas, geles y guantes a precios desorbitados impuestos por los farmacéuticos, entonces fueron elixires y aguas medicinales. Y también periódicos de entonces como el Daily Mail dijeron que se trataba de un simple resfriado. No vamos a entrar en quiénes han tratado con la punta del pie al Covid-19…Periodistas y políticos, incluídos.
Porque se repite la historia y se repetirá. Qué mejor para toda la humanidad que seguir haciendo caso a una de las teorías más extrañas de Nietzsche: El Eterno Retorno en el que nos invita a pensar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente.